Había un rio, lo recuerdo perfectamente, amanecía yo me encontraba tirando piedras, haciéndolas flotar y llegar al otro extremo. Era un frio de ese que te congela, estaba a punto de nevar, pero no llegaba nada de blanco aun. Ellos dormían, pues eran las 5: 30 a.m, yo como de costumbre no había pegado las pestañas.
Le vi de lejos, ya que sentí su mirada tras un abeto, solo le había mirado la cara, tan penetrante, parecía estar perdió hace mucho tiempo, parecía que no comía hace días, o ya no comía mas.
Sintiendo su mirada, fingí no verle, arroje piedras, sintiendo un miedo, y no sabía porque, era un chico, sin armas, pero estaba ahí, mirándome, tanto que me dolía la espalda.
Supe en ese momento que tenía que correr, ni siquiera lo vi acercarse, pero sabía que venía directo a mí. Cruce el rio, hundiéndome en el lodo, no era profundo, apenas nacía, me pareció cargar con el mundo encima, no avanzaba como dicen que les sucede en los sueños, pero a mí nunca me pasaba.Sentía sus manotazos alcanzarme, el no corría con dificultad, no había gritado era como se me hubiera olvidado hacerlo, mi habla no podía regresar, sería inútil, estaba muy lejos ya.
Quien era, que buscaba en mi?
Encontré el suelo varias veces, me raspe las rodillas, mis manos, y el empezó a correr no a trotar, comencé a perder la conciencia no podía respirar. Esos momentos en que piensas mil cosas, pero todas se resumían a que yo iba a morir. Para ese entonces ya había visto su rostro, era horrible, como un cadáver hinchado, de días de muerto, pero sus ojos mostraban deseos, andaba, era hilarante.