29-julio-2011
Querida Madre:
No sé como comenzar a escribir esto, como decírtelo sin herirte tanto. Nunca vi diferencias en tu amor, nunca me hiciste sentir menos, yo siempre fui frágil, estaba lastimada desde hace mucho tiempo. Pero nunca viví una niñez normal, porque siempre sentí esto tan dentro de mí, siempre sentí diferente, yo nací diferente y no fue tu culpa, mas sin embargo eso no quiere decir que eso me hiso infeliz, lo fui bastante.
Cada vez que escuche tus comentarios, sobre lo que se debe hacer, al llegarme la adolescencia se me complico todo, porque yo quería sentir lo que tú querías, pero se me escapaban todos los sentimientos prohibidos, no deseaba nada malo, solo encontrar a alguien que se sintiera igual, pero en lugar de buscar, me aleje mas de todos ustedes, porque me sentí la manzana podrida de la familia, me avergoncé tanto de mi, y mi autoestima se fue al suelo.
Viví años en soledad, reflexionando el porqué de lo que yo era, no busque amistades, tenía todo para ser feliz, pero el vivir con tanto miedo no me ayudo. Pensé tantas veces en quitarme la vida, porque llegue al punto de no sentir nada que no fuera dolor, porque llegue a creer que las personas como yo no deberían existir. Tu siempre estabas ahí, ofreciéndome todo pero yo tuve tanto miedo en decirte lo que me sucedía, quise llamar tu atención con tantas cosas pero tú eras tan correcta, tan reservada. Siempre fui la mejor en clase, por ti porque tú me enseñaste a ser obligada, a ser entregada con todo, pero nadie te enseño quizá a ser madre, y quizá menos de mi, pero me enseñaste que las personas como yo vivían pecando toda la vida, era “contra natura” ser así.
Siempre fui una persona tímida, miedosa y sumisa, quise irme lejos de la vida de los demás porque yo corrompía sus estándares, pero ni yo misma lo comprendía. Pase horas escribiendo mis letras desesperadas, me viví secundaria soñando poder besar como todos lo hacían, pero yo deseaba besar-la, no quería besar a un chico, no me llamaban la atención y me auto castigue tanto. Mi adolescencia en un pueblo pequeño, me dejaba tan pocas cosas que hacer pero yo hacía tanto, y eso también me hacia diferente, siempre fui soñadora, pero en esa etapa mis sueños iban a un vacio, y caían como piedras y nunca caían, nunca escuche el sonido de chocar, siempre escuche el sonido de su trayecto. Se consumieron tantos atardeceres, y pensé una y otra vez la forma de quitarme esta “enfermedad” de mi, como pedir ayuda, pero no conocía a nadie así, eso me asía única, y por más que buscara no lo encontré.
Empecé a evitarte a mí y a mi padre no quería verlos, no quería sentirlos cerca de mí, no quería que juzgaran mi soledad mi falta de palabras hacia ustedes, la falta de un novio. Y deseaba tanto arrancarme la piel, arrancarme los ojos para no ver, para no sentir, pero mi corazón seguía latiendo, seguía indicándome mi condición. Empecé a pelearme tanto contigo, a gritarte, a sacar mi dolor de alguna forma, a mentirte, porque yo empecé a llevar doble vida.
Al entrar a la Preparatoria con 16 años, los sentimientos míos se fueron por todas partes, conocí gente como yo y eso me lleno de emoción, me saco de mi depresión, no era la única que estaba equivocada y podría vivir una vida clandestina, otros la vivían tan feliz y a los ojos de todos. Entonces me sentí orgullosa de lo que era, decidí darte tiempo para que un día comprendieras lo que soy. Mucha gente me humillo, me degrado, me dijo cosas terribles, al saber mi orientación sexual y tuve que regresar a casa y verme bien, a contarte mi día bueno, a contarte que mis calificaciones eran perfectas, que todo estaba bien, fueron todas esas tardes que me encerré en mi cuarto a “escuchar música” pero en realidad lloraba, porque no podría contarle a la persona que más quería que me habían lastimado.
Afortunadamente me enamore de una chica, y me enseño que valía la pena luchas por este sentimiento, me mostro que esto no es un castigo y es otra forma diferente de vida, que yo podría irme al infierno por amarla, encontré la diferencia de vivir en el infierno que según todos estos últimos años de mi vida viví, encontré la diferencia porque yo misma creía estarlo, solo me hacía falta amarme, aceptarme como persona, aceparme. Empecé a disfrutar la vida, pero seguí mintiéndote, pero madure y comprendí que esto no sería fácil.
Me di cuenta que ser homosexual no era ser una mala persona, las malas personas son las que quieren serlo. A los 18 años tuve que salirme de la casa, estudiar la universidad. Me mude a 15 horas de ti, pero te extrañe demasiado. Aun cuando termino una relación con una persona que ame tanto, quiero contarte, describirte que me siento mal, porque creí estar enamorada, o porque me hicieron algo malo, pero no te llamo por teléfono. Incluso me hablas a menudo, te preocupas por mí, pagas mi casa que rento, me pagas mis gastos. Eres una madre ejemplar, pero aun no te contesto la pregunta de frente….pero tú ya la sabes, por eso me miras tan triste tantas veces cuando hablamos del tema y yo lo niego, por eso no te contesto porque no soy capaz de dañarte mas, no se como reaccionarias. No quiero que me mires con mas desprecio, o no se si es miedo, cuando se habla de esos temas, no quiero ser parte de esa gente que señalas tanto.
No sabes cuánto deseo contarte mi vida, todo lo que he hecho, contarte de mis verdaderos amigos. Cuanto me duele vivir una doble vida, ser otra para ti, pero créeme que si esto fuera elección jamás hubiera elegido ser gay, porque duele mucho, cuando no lo aceptas. A mí nunca me importo si alguien me aceptara cuando yo ya me acepte, solo quería que TU me aceptaras y estuvieras orgullosa de mi.En ocasiones cuando voy por la calle, cuando sueño, vivo,amo,estoy tan feliz,pero me falta tu aprobación,no quiero avergonzarme más ante ti,porque tu eres todo lo que importa,porque siempre he vivido para ti,para que sonrias al escuchar siempre mi nombre,a que presumas mis logros,que sientas orgullo de mi completa,y no omitas nada cuando hablas de mi.Quiero que conoscas todo lo que soy,para que estes tranquila,quiero que me abraces cuando me desmorono,no quiero fingir mas ante ti que soy de hierro,que soy un misterio,que soy mesquina y egoísta por hacerte a un lado.Quiero que conoscas todos los porque de mi alejamiento,de mi miedo,y por Todo que he pasado.Ya no quiero cayarme ante ti,no quiero silencios entre las dos.
Quiero que sepas que te amo, y que si me he puesto barreras para decírtelo es porque se me olvido como hacerlo tantas veces,porque siempre tuve que ser fuerte,aprendi a callarme todos mis sentimientos,pero quisiera que un dia pudieras comprender todo lo que yo sentí encerrada en mi corazón.
Pero no te asustes mama cuando leas esto,me he hecho fuerte al pasar el tiempo y los comentarios ignorantes de la gente que quiere dañarme los tomo como cosas que van y vienen,la gente nunca esta contenta con nada,y solo quieren lastimar.Estoy orgullosa de mi,he amado con tanta fuerza como tu amas a mi padre quizá,no me avergüenzo de mi novia,no me avergüenzo de mis amigos,no me avergüenzo de ser gay,Lucho por mis sueños,soy tan apacionada que no hay quien me pare.
No me hagas más difícil la carga. Sólo quiero que me ayudes a quitar las piedras de mi camino, que cada vez son más pesadas. No me pongas tu esa roca que tal vez no pueda mover, porque sin tu ayuda no podré quitarla nunca.
Te amo
Atte: Anabel M. Serrano.
En Super size me, Morgan Spurlock investiga la epidemia de obesidad que sacude Norteamérica entrevistando a expertos de todo el país y sometiéndose a un régimen de alimentos McDonalds durante treinta días consecutivos. Su película, premiada en Sundance con el galardón al Mejor Director, resulta tan entretenida como espeluznante en su exploración de la responsabilidad de las empresas, de la educación nutricional, de los programas de alimentación escolar y de la muerte de un país por sobrealimentación. Nos guste o no, la comida rápida forma parte de nuestro entorno: inmediata, accesible, barata y gratificante, cubre una necesidad de la agitada vida moderna. Pero ¿a qué precio? Conmocionado ante la progresión implacable de la obesidad adulta e infantil, Morgan Spurlock estudia en su nuevo documental la clase de alimentos que ingiere el pueblo americano y se pregunta si éstos no están devorando, a su vez, al pueblo americano. En torno al 37 por ciento de los niños y adolescentes estadounidenses tienen exceso de grasa y dos de cada tres adultos tienen kilos de más o son obesos. ¿Es un problema de autocontrol, o debemos culpar a las empresas?
